Algo explotaba en mis entrañas, notaba cómo cada parte en mi interior se deshacía hasta formar una bola de ahogos y desesperanzas. El nudo crecía más y más, y pronto creía que iba a morir de sufrimiento. Mis dientes chirriaban como una puerta vieja,
y mis ojos hacían formas de cascadas bajando cada vez más. Escuchaba pitidos en mis oídos, pero al taparlos seguían ahí, en mi cabeza. Ojalá nunca hubiera subido a ese tren. El vértigo me machacaba y las naúseas empezaron a aparecer. Definitivamente, jamás volvería a hacer un viaje así.
Silvia Carbajosa y Jorge Maceín.
No hay comentarios:
Publicar un comentario